El papel del intérprete

Intérpretes

Intérpretes. Fuente: maxyourvoice.com

En un mundo como este en el que vivimos hoy en día es imposible que un país se mueva solo en el mundo. Atrás quedaron los tiempos de las superpotencias como Estados Unidos y la Unión Soviética. En pleno siglo XXI estos términos, ese mundo unipolar o bipolar, quedan desfasados. El mundo de hoy es un mundo distinto al de hace unas décadas; está en constante y rápido cambio. El escenario que tenemos hoy ante nosotros es el de un mundo plural donde ningún país rige sobre el resto en las reuniones internacionales. Los países se alían unos con otros para conseguir beneficios y tener mayor peso en el mundo (la Unión Europea, la Liga Árabe o la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático). Los gobiernos ya no miran solo por el interés de su país, cooperan y ganan beneficios todos. Nuestro escenario ha cambiado; ahora nuestra perspectiva es global.

Con esta perspectiva global y de cooperación internacional es imposible no pensar en el creciente papel de los profesionales de las lenguas, especialmente de los intérpretes y de los traductores. Estos profesionales crean puentes entre naciones para que el conocimiento camine en ambas direcciones. Las opiniones globales de una nación se expresan en su más pura forma del lenguaje, que es el reflejo de la ideología y mentalidad de su sociedad, donde la cultura forma un pilar fundamental. Así pues, en este mundo que se presenta ante nosotros, la necesidad de estos profesionales bien formados se hace cada vez mayor. Los organismos internacionales como la ONU, la OTAN o la propia Unión Europea son cada día más plurilingües. La brecha Occidente-Oriente se desvanece, y las decisiones se toman ahora en las mesas de los despachos, en las reuniones en estos organismos. El papel de intérprete cobra fuerza para construir ese puente cultural y lingüístico que ayuda en la cooperación en este mundo globalizado. No hay reunión a escala continental, no digamos a escala mundial, en la que estos profesionales no estén presentes.

El mundo de la economía y las finanzas, y de las leyes ya no es desconocido para el pueblo. Los medios de comunicación, y más especialmente en Europa, bombardean tecnicismos, conceptos y realidades que están pasando. El pueblo quiere aportar sus ideas propias en este gran foro de debate y su voz es la del intérprete. La grave crisis mundial no es solo una crisis económica. El mundo está atravesando por una crisis ideológica, cultural. La mentalidad global está cambiando y está tirando abajo los viejos conceptos, dualidades y pensamientos del siglo XX. En esta grandísima mesa de debate donde todos tenemos algo que decir, algo que perder y algo que ganar, no hay mejor candidato que un intérprete para el puesto de mediador, puesto que son conocedores y maestros tanto de la cultura como de la lengua. Pueden, como mediadores entre culturas, desempeñar una función única en la resolución de conflictos bélicos como antaño fue Yugoslavia o, recientemente, es el caso de la primavera árabe. Su implicación en estos conflictos dio como resultado la resolución de los mismos. Traducir leyes o intercambiar opiniones fueron funciones clave. El mundo tiene necesidad de intérpretes: antaño para traer la paz de vuelta en tierras que fueron campos de batalla y ahora para resolver otros problemas y conflictos igual de importantes y con consecuencias a largo plazo.

El intercambio de ideas es una de las necesidades más básicas del ser humano como ser racional. La huella del intérprete ha estado presente a lo largo de la historia desde los primeros imperios antiguos, pasando con especial relevancia para lo profesión por los juicios de Núremberg, hasta llegar a las instituciones modernas de cualquier índole. Los mayores tratados modernos, los textos legislativos y económicos, los nuevos avances en tecnología y la literatura se traducen enseguida para permitir el rápido curso de la proliferación de ideas.

La incertidumbre que nos provoca el futuro es un hecho. Ninguno sabemos hacia donde nos llevará este camino. Pero una cosa es segura: la supervivencia de las lenguas y el intercambio frenético de ideas son una constante. En este escenario de cooperación y respeto mutuo, no se puede permitir la agonía y posterior muerte de las lenguas. Eso significaría acallar las voces una sociedad, dejar de mirar al mundo desde una perspectiva única como lo hace cada lengua y borrar de un plumazo una cultura tan rica como la más extendida y común de todas ellas. La cooperación es un pilar que continuará fortaleciéndose con el paso del tiempo y, para que las ideas viajen de un lado a otro, necesitaremos a estos mediadores lingüísticos y culturales que son los intérpretes. De ellos depende que estas ideas se compartan y se expresen en todas las lenguas; que todo ser humano tenga el mismo conocimiento de todo lo que le rodea, que tenga a su alcance toda la información que necesita para el desarrollo intelectual propio y colectivo; y, sobre todo, que sean «La Voix des autres» en esta mesa de debate.

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